COMISION DE MUSICA PRESBITERIO DE MISIONES
IGLESIA CRISTIANA INTERDENOMINACIONAL A.R.

UN ESPACIO PARA LOS LEVITAS

PAGINA DEL HNO. FRANCISCO SANCHEZ MUÑIZ.



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HNO AQUILES MIRELES PERALES:

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Eduardo Medina Mireles. ¿Último levita del ministerio musical de ICIAR?

Eduardo Medina Mireles, quizás, el último levita del ministerio musical de la Iglesia Cristiana Interdenominacional A.R., fue convocado a la galería de los Músicos que llenaron el Altar del Eterno con ofrenda de olor grato, suave. Y que ahora canta ante el Trono del Eterno en la Patria Celestial.

Bendecido por un “Don” musical que permitía que sus dedos, manos, fueran usados con maestría excepcional, para introducir a la congregación a momentos de Adoración y Alabanza, hoy fue llevado al lugar donde reposaran sus restos, su humanidad; Ayer fue convocado por El Rey a servir en el Coro Celeste al lado de Su Maestro, en El Reino de los Cielos.

Mí tristeza es grande: Estoy estupefacto, aún no doy crédito; Acostumbrado a escribir sobre el acontecimiento del día, hoy sencillamente la tristeza, no me ha permitido hilar las frases pertinentes para referirme a su partida.
Los recuerdos se agolpan como los bloques del Tetrix y bloquean por completo mí mente. Las lágrimas no me permiten ver el teclado, impertinentemente se agolpan en los ojos.

Hemos sido enseñados a que en éstos casos “no estemos tristes”, sin embargo, mí alma está quebrantada y se duele ante la pérdida de un compañero con el que caminé, más de 15 años en un ministerio tan venturoso y bendecido. Ya he dado gracias a Dios por su vida y obra, por su ministerio, endecharé y he de llorar su partida,por supuesto: Estoy triste y que me duele el alma; Estaré triste y endecharé, haré homenaje y honraré a quien honor merece.
Sé que no lo hubiese permitido, siempre fue una de mis diferencias con él. También pediré el consuelo que viene de Dios, que el ponga en mí alma y de muchos, el bálsamo neceserio para sanar la herida que deja su partida.

Hoy honrar su memoria, es estimular a los cientos de niños que Dios le permitió pastorear, enseñar, formar, a que cuenten sus experiencias vividas en el sendero que Dios les permitió caminar poco o mucho. Como un testimonio de lo qu es el servicio en la casa del Rey, un testimonio que hable de la Grandeza de Dios, de la Majestad del Maestro y de nuestra necesidad de ser “celosos” ejecutantes y cantores con la visión de la excelencia que siempre acompañó a Lalo en el servicio en la Casa del Maestro

Pianista y Organista del Templo de “La Iglesia Central” de la ICIAR, desde uy temprana edad, era el organista de los cultos de los jueves por la noche. Tenía una herencia quizás genética (aparte de la bendición de Dios) de ser nieto del primer Organista y Director de Coros de la Iglesia Central, Don Aquiles Mireles Perales; Sé que su Maestra, siempre fue su madre, Doña Fidelina Mireles decana de educación parvularia en la Iglesia.

Un ejecutante con un gran “oído musical” y sentido de la estética, buscador incansable de la más exquisita interpretación de calidad, nada de la chamaquera frase que se escucha por los pasillos de la mediocrés: “Hermanos: No lo sé hacer muy bien …pero como es para el Señor y Él no se fija más que en mí intención…y chun tata chun ta ta…”.

Su celo levítico le impedía llevar y que llevasen algarrobas musicales al altar, y cada vez que parecía que llevaban “algarrobas” levantaba la ceja, no recuerdo cual, pero era su forma de expresar su sentir ante la improvisación descomedida de la ejecución musical “dedicada” al Eterno.

Tuve el privilegio de compartir con él, uno de los ministerios más hermosos: Dirigir un coro y una orquesta infantil.
Siempre, debo confesar, corrí detrás del aprendizaje, no soy músico y sólo tengo la bendición de apreciar lo que es correcto musicalmente hablando de lo que no lo es. Siempre me esforcé por estar a la altura musical de Lalo, era difícil, con la ayuda de Dios lo logré y caminamos más de 15 años junto a cientos de niños y niñas.
Los arreglos que parecieran sencillos “y sin chiste” tenían su chiste, las voces para las melódicas, para los instrumentos de percución que de sencillos pasaban a ser indispensables en los arreglos que se hacían; Transportaba “tonos” de las escalas de “arriba” hacia “abajo” para que los niños y niñas cantaran, obras de Haendel, Bach, Wesley, Mireles Perales, Sánchez Muñiz y un largo etcétera…

Eduardo (Lalo) Medina Mireles, Eduardo (Edy) Morales García y quien escribe, fuímos de los primeros en acercarnos al hermano Feli y proponer adiciones al himnario infantil de la iglesia, le presentamos un estudio de himnos que desde nuestra perspectiva, deviesen de haberse incluido en la edición del himanrio infantil que existía en aquella época; Después se formó una comisión que empezó a trabajar el himnario de la iglesia adulta aún y cuando ya existía un “manuscrito” de puño y letra del hermano Aquiles, su abuelo.

Creo que ya hay un himnario con notas musicales tan indispensable para cantar “un salterio” que no lo agotamos en el año litúrgico.

Promotor celoso de la himnología clásica. Respetuoso con las expresiones musicales contemporáneas de la alabanza musical de diferentes estilos musicales, prefería lo clásico.

Lo mismo tocaba el piano, el órgano, el violín, el acordeón (a dos manos: él sí sabía tocarlo) en fin; Muchas ocaciones cantó en el Coro AMEN en conciertos interdenominacionales.

Tuvimos la bendición el gusto y el honor de llevar a “nuestros” niños a los Festivales Corales Infantiles Auspiciados por AMEN y Cantamos en el Teatro de la Ciudad en 1979 en el marco de la celebración mundial de los Derechos de los Niños, auspiciados por la ONU-AMEN.

Hoy, sin temor a caer en excesos, propongo una Cátedra que lleve su nombre. Una materia donde se enseñe a los músicos levitas en formación, los elementos escenciales que llevaron a Eduardo (Lalo) Medina Mireles, a ocupar el ministerio de Cantor Principal y Master de Capilla en la Iglesia que le vió nacer, crecer, y reproducirse musicalmente, espiritualmente y socialmente.

También pongo a su consideración que El Coro Infantil de la Iglesia Central de ICIAR, lleve el nombre de Eduardo Medina Mireles.

Estoy triste, endechando, y pidiendo a Dios sanidad a mí alma, pues Eduardo físicamente ya no está entre nosotros, pero su obra musical, educativa y formadora es ya una página imborrable e insustituible en la Historia de la Iglesia Cristiana Interdenominacional.

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